En estos tiempos de pandemia a nadie se le escapa la importancia y enorme utilidad que tiene la biotecnología, cuando la ansiada vacuna para la COVID-19 ha llegado de la mano de modernas técnicas desarrolladas dentro de esta disciplina. Pero no solo para producir vacunas en tiempo récord, la biotecnología es y será crucial para afrontar los complejos retos que se avecinan, identificados por las Naciones Unidas en 2015 dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que pretenden erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos. Estos ambiciosos objetivos contemplan transformaciones profundas de nuestros sistemas productivos, combatir el hambre, conseguir la seguridad alimentaria y una mejor nutrición, promover la agricultura sostenible, combatir el cambio climático o conservar los ecosistemas terrestres y marinos a salvo de contaminantes, entre otros desafíos. En ser capaces de conseguirlo nos va la vida y el bienestar global.


En sentido amplio podemos definir la biotecnología como toda aplicación tecnológica que utilice sistemas biológicos, organismos vivos, partes de ellos o sus derivados para la creación o modificación de productos y procesos para usos específicos. Durante siglos la humanidad ha hecho biotecnología con productos como la cerveza, el vino, el queso o el pan, alimentos que resultan de la acción de microorganismos vivos que han sido utilizados por el hombre para obtener estos productos. Pero ha sido en las últimas décadas cuando la biotecnología ha sufrido un desarrollo espectacular, teniendo cada vez más aplicaciones en nuestro día a día: desde el desarrollo farmacéutico a la producción alimentaria o el tratamiento de residuos contaminantes. En el departamento de Biotecnología Microbiana y de Plantas del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas trece grupos de investigación intentan comprender cómo las plantas, los artrópodos y los microorganismos interactúan y responden a su entorno para desarrollar aplicaciones biotecnológicas para los sectores agrícola, medioambiental e industrial. Buscamos mejorar la resiliencia de las plantas a patógenos y a las nuevas condiciones ambientales asociadas al cambio climático, desarrollar estrategias novedosas para el control de plagas y enfermedades, acelerar la mejora de los cultivos, explotar el potencial de los sistemas microbiológicos para biorremediación de contaminantes y producción de productos químicos, biocombustibles y biopolímeros (plásticos) a partir de biomasa o desechos industriales, todo ello mediante sistemas sostenibles y de economía circular. La transferencia tecnológica y del conocimiento a sectores productivos es un objetivo de los grupos del departamento, así como de grupos de otros departamentos que también realizan proyectos de biotecnología aplicada a la salud.

En este nuevo número de nuestra newsletter se describen con más detalle algunos de estos proyectos y los últimos logros obtenidos en este contexto. Incluimos también una entrevista a la Prof. Auxiliadora Prieto, coordinadora de la Plataforma Temática Interdisciplinar del CSIC SusPlast sobre plásticos sostenibles para una economía circular.
Necesitaremos de la biotecnología para enfrentarnos a los inminentes retos del siglo XXI, sin olvidarnos de la necesidad de ampliar nuestro conocimiento básico sobre las estructuras biológicas, su dinámica, interrelación y funciones, desde el nivel molecular y celular hasta el organismo, conocimiento que también generamos en el CIB Margarita Salas, donde desarrollamos investigación en Biología para el Bienestar Global.

Pilar S. Testillano

Investigadora científica del CSIC en el CIB Margarita Salas

Vicedirectora

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