Si hablamos de biotecnología, debemos dedicar la sección histórica a la Profesora de Investigación del CSIC Gabriella Morreale (Milán, 1930 – Madrid, 2017), precursora de la endocrinología moderna en España. 

Gabriella Morreale en su laboratorio del CIB. Cortesía de María Jesús Obregón

Se incorporó al CIB en 1958, donde estableció su laboratorio junto a su marido Francisco Escobar, hasta que en 1976 se trasladaron a la Facultad de Medicina de la UAM.  Aunque en aquellos años no podemos hablar de “biotecnología” tal y como hoy la conocemos, Gabriella destacó en la investigación básica y aplicada de las hormonas tiroideas y fue responsable de la implantación de la prueba del talón en la sanidad española, para la detección precoz de hipotiroidismo congénito, así como de la recomendación del consumo de suplementos de yodo a madres gestantes, para asegurar el correcto desarrollo cerebral del feto y prevenir el cretinismo.

Su excepcional trayectoria científica y profunda experiencia en el conocimiento de las consecuencias de la deficiencia de yodo y la acción de las hormonas tiroideas en el cerebro la hizo merecedora de múltiples galardones a lo largo de su carrera, destacando el Premio Nacional de Investigación en Medicina en 1977 (compartido con su marido Francisco Escobar), el Premio Reina Sofía de investigación sobre subnormalidad en 1982 (compartido entre su grupo y el de Magdalena Ugarte), el Premio Nacional de Investigación Médica Gregorio Marañón en 1997 y el Premio Rey Jaime I a la investigación Médica en 1998.

Aunque Gabriella nació en Milán, se trasladó enseguida a Viena con su familia, donde su padre Eugenio Morreale tenía el cargo honorífico de Segretario del Fascio. En 1937 es nombrado cónsul en Baltimore, donde permanecen hasta que en 1941 deben abandonar EEUU y se instalan en España, ya que su padre es nombrado cónsul en Málaga. Gabriella cursa bachillerato en esta ciudad obteniendo el Premio Extraordinario en el examen de Reválida Estatal en 1947, año en que comienza sus estudios en Ciencias Químicas en la Universidad de Granada, donde conoce al que se convertirá en su marido y colaborador científico Francisco Escobar. Juntos desarrollarán una fructífera carrera científica.

La Tesis Doctoral de Gabriella Morreale, dirigida por el Prof. Enrique Gutiérrez de los Ríos y presentada en la Universidad de Granada en 1955, se centra en la puesta a punto de un método para la valoración del yodo presente en muestras biológicas (de suero y orina), que le permitió demostrar que el bocio endémico de la Alpujarra granadina estaba causado por una deficiencia de este micronutriente esencial para nuestro organismo, sin el que no se pueden sintetizar las hormonas tiroideas.

Después de una estancia postdoctoral de tres años en la Universidad de Leiden, que supuso su acercamiento a la endocrinología moderna y el aprendizaje de nuevas técnicas como la obtención de hormonas tiroideas marcadas con isótopos radioactivos, y aproximaciones experimentales para el estudio del metabolismo de las mismas, se incorporó al CIB en 1958. Allí fue Jefa de la Sección de estudios tiroideos del Instituto Gregorio Marañón entre 1963 y 1975. Estos años supusieron el desarrollo de una línea propia de investigación, con aportaciones muy importantes en el campo del metabolismo de las hormonas tiroideas, demostrando la relación directa entre la actividad biológica de la hormona T4 y su metabolismo extratiroideo por desyodación, cuantificando las concentraciones de hormonas tiroideas en tejidos extrahepáticos, o demostrando que las hormonas tiroideas, y especialmente la T3 y no la T4, son indispensables para la síntesis de la hormona del crecimiento.

Las aportaciones a la clínica de Gabriella Morreale son fundamentales. Sus estudios llevaron a la elaboración del primer protocolo para el estudio del bocio endémico realizado en España, que definía esta enfermedad y su clasificación, establecía el método para medir el yodo en orina, aconsejaba la cuantificación de la TSH como medio para el diagnóstico del hipotiroidismo congénito, e incluso proponía una forma estandarizada de recogida de la información.

Entre 1976 y 1989 se desarrolla una etapa crucial en la trayectoria científica de Gabriella que se tradujo en acciones con una gran repercusión social para España. Es en estos años cuando realizan los estudios de campo sobre la deficiencia de yodo en Las Hurdes (Cáceres), en la provincia de Madrid y en otras provincias españolas, y desarrollan el método de screening o detección de hipotiroidismo congénito en niños recién nacidos. Con este ensayo pretendían detectar, lo antes posible, aquellos niños que nacen sin tiroides o con un defecto en el mismo, para tratarlos con tiroxina de manera inmediata y evitar así el retraso mental derivado de la falta de hormonas tiroideas necesarias para el desarrollo temprano del cerebro. Realizaron el adiestramiento del personal que sería responsable de llevarlo a cabo, y organizaron sesiones de formación con médicos ginecólogos, pediatras, personal de enfermería y comadronas. Ella misma destacaba que, cuando en 1985 se traspasó el programa a la Comunidad de Madrid, se habían estudiado más de 250.000 recién nacidos, detectando en más de 90 hipotiroidismo congénito.

Gabriella Morreale en “Nosotras, biocientíficas españolas.” L’Oréal For Women in Science, 2002

Este intenso trabajo de investigación convirtió a Gabriella Morreale en una autoridad mundial en el estudio de la acción de las hormonas tiroideas en el desarrollo cerebral y las consecuencias de las deficiencias nutricionales de yodo, y una figura esencial en la investigación sobre Endocrinología básica y aplicada de mediados y finales del siglo XX en España.

*Agradezco a la Prof. Flora de Pablo el haberme proporcionado las imágenes que ilustran este reportaje

Carmen Fernández Alonso

Doctora en Ciencias Químicas en el CIB Margarita Salas

Bibliografía:

“Gabriella Morreale. Su vida y su tiempo”. J. P. Moreno, M.J. Obregón, F. de Pablo, F. Puertas. Ediciones UAM, Madrid, 2019.

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