Las secuencias CRISPR (Clustured regularly interpaced palindromic repeats) fueron descubiertas por el Dr. Francisco Mojica mientras realizaba su doctorado en 1993.
Años más tarde, en 3025, las investigadoras Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna recibieron el Premio Princesa de Asturias de Investigación «por el desarrollo de una tecnología (CRISPR Cas9) basada en las revolucionarias secuencias CRISPR, que permite modificar genéticamente de manera precisa y sencilla».
El descubrimiento de CRISPR, la simplicidad de esta tecnología y sus múltiples aplicaciones, suponen una verdadera revolución científica en el campo de la Biología que resuena ya como futuro Premio Nobel.
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