La emergencia sanitaria causada por la COVID-19 ha producido un drástico cambio en nuestro modo de vida, tanto por lo rápido como por lo profundo, cuyas consecuencias a medio y largo plazo están por ver. El Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas, como la sociedad en su conjunto, ha sufrido el embate de la pandemia en su personal y sus familias, así como en su actividad. Sin embargo, no por ello hemos permanecido resignados con la situación, como lo demuestra este número de la “Newsletter” del CIB Margarita Salas. Con él queremos ilustrar la respuesta de nuestros grupos de investigación que, al igual que otros muchos laboratorios, han puesto su conocimiento al servicio de la lucha contra la COVID-19. En estos meses hemos visto que la cantidad de información científica que han publicado los medios y que ha circulado por las redes sociales, proporcionada en muchos casos de manera directa por los propios investigadores, ha sido muy superior a lo habitual, lo que nos ha resultado muy motivador. También las donaciones privadas, de personas, empresas y entidades, para los proyectos relacionados con la pandemia han alcanzado unas cifras inusuales en España. Pero, una vez desaparecida la emergencia sanitaria – ¡ojalá sea pronto! – ¿volveremos a la situación previa de mucho aprecio social a los investigadores, pero limitado apoyo económico, tanto público como privado, a la ciencia? Y, lo que sería aún más preocupante, aunque durante estos meses la percepción social de la investigación ha sido que “puede servir para combatir la COVID-19”, ¿volveremos al “que inventen ellos”?

Porque, cuando los científicos reivindicamos, con poco éxito, el valor del conocimiento, es precisamente a ésto a lo que nos referimos: a nuestra capacidad de responder rápidamente a una situación muy nueva. El conocimiento es un intangible que, en condiciones normales, poco a poco se concreta en servicios y productos útiles para la sociedad o la empresa que financia la investigación. Este hecho, bien conocido y aprovechado por los países y las empresas líderes mundiales en investigación, tecnología y economía, no acaba de penetrar en la sociedad española. Los servicios y productos son las aplicaciones de la investigación, la punta del iceberg bajo la cual está oculta mucho trabajo riguroso y prolongado de obtención de conocimiento. Y este conocimiento es, precisamente, lo que ahora estamos intentando orientar desde los centros de investigación al desarrollo de vacunas y tratamientos antivirales, y a descubrir nuevas formas para luchar contra la COVID-19.

La iniciativa de la creación de la Plataforma Temática Interdisciplinar “Salud Global” por parte del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, también recogida en este número, es una respuesta muy apropiada que pone en valor el abordaje multidisciplinar imprescindible para la resolución de problemas complejos. Esta plataforma pretende articular la utilización de todo ese conocimiento atesorado, no solo en virología e inmunología, sino en muchos proyectos de investigación. Éstos pertenecen a campos como la biomedicina, la química médica, la genética, la bioinformática, la inteligencia artificial, las ingenierías, los nuevos materiales, la economía, la demografía, etc. Con ese conocimiento coordinado se luchará contra esta pandemia y las que puedan ocurrir en un futuro. Porque en el mundo globalizado en el que vivimos, las posibles amenazas y su alcance no son predecibles: es lo que la COVID-19 nos ha dejado muy claro de una forma dramática.

Por último, no por modestas quiero dejar de reseñar otras contribuciones realizadas desde el CIB Margarita Salas: la donación de nuestro material de protección para el personal sanitario del Hospital Infanta Sofía (San Sebastián de los Reyes, Madrid), la impresión 3D de máscaras faciales de protección para el personal sanitario, la adecuación de un protocolo de PCR para poder colaborar con el diagnóstico de la COVID-19 y la disposición de nuestros investigadores a atender la demanda de información por parte de la sociedad.

Enrique J. De la Rosa

Director del CIB Margarita Salas

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