Un hombre arrodillado que parece sustentar con su mano la pared de un edificio. Todo el que haya pasado por la esquina formada por las calles de Velázquez y Joaquín Costa, en Madrid, habrá observado esta original escultura. Lo que quizá no sepan, es que se trata en realidad de una fuente: entre los dedos de esa mano se escurre el agua, que cae a una pila ovalada sobre la que se apoya la rodilla de ese hombre.
Ese conjunto escultórico forma parte del edificio que albergó durante 45 años al Centro de Investigaciones Biológicas, perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)1. Y siendo uno de sus rasgos más representativos, la silueta del hombre se convirtió también en el logotipo del centro en 2007. Una asimilación muy acertada, ya que el significado de una encaja a la perfección con la misión del otro, como veremos en el recorrido histórico sobre la construcción de este emblemático edificio.
Pongámonos en contexto. El CSIC se creó en 1939, sobre lo que quedaba de la Junta para la Ampliación de Estudios (JAE), disuelta tras la guerra civil. El organismo heredó de la JAE sus edificios e institutos de investigación (el Cajal entre ellos) enfocándose en la gestión de la investigación, sin efectuarse una planificación real de política científica española durante el régimen franquista2. Fue José Mª Albareda, junto al entonces Ministro de Educación Nacional José Ibáñez-Martín, quien diseñó la estructura de la institución, de la que fue Secretario General hasta su muerte en 1966.
En 1953 se creó la Junta de Institutos del Centro de Investigaciones Biológicas, promovida por Albareda y Gregorio Marañón (que sería su primer Presidente), con Julián Sanz (Instituto Cajal), Arnaldo Socías (Instituto Ferrán de Microbiología) y José Luis Rodríguez Candela (Instituto de Metabolismo y Nutrición) como responsables de cada uno de los Institutos que pasarían a integrarlo3. El 8 de febrero de 1958 se inauguraron oficialmente las instalaciones del CIB en la Calle Velázquez 144. Un edificio considerado como una de las obras maestras de la arquitectura española del siglo XX, que se había encargado en 1949 a Miguel Fisac para albergar a los Patronatos Cajal y Ferrán.
Miguel Fisac nació en 1913 en Daimiel (Ciudad Real). Inició la carrera de arquitectura en 1933 pero la Guerra Civil interrumpió sus estudios y le obligó a esconderse en su casa natal para librarse de la persecución de que era objeto su familia. La finalizó en 1942 recibiendo como primer encargo la construcción de la iglesia del Espíritu Santo (Madrid). A este primer trabajo, le siguieron el Edificio Central del CSIC (1943), los Institutos de Geología y Geografía (1943), el Instituto de Edafología (1944) y el Instituto Nacional de Óptica Daza Valdés (1948).
Esta relación laboral de Fisac con el CSIC no fue casual. El arquitecto había conocido a José Mª Albareda en octubre de 1937 y coincidieron frecuentemente durante la guerra, consolidándose su amistad4.
Es en este contexto en el que recibe Fisac en 1949 el encargo de diseñar el edificio que albergaría el Instituto Cajal y el de Microbiología. Además de un edificio adjunto para ubicar a los ratones, ratas y cobayas que se utilizaban en los trabajos de investigación: una estancia limpia, aislada, exenta de contagio y que permitiera eliminar a los animales con todas las garantías profilácticas.
Con objeto de estudiar las instalaciones de animales de experimentación en diferentes centros de investigación europeos, se le concedió una ayuda de 8.000 pesetas para un viaje que realizó entre octubre y noviembre de 1949 y que le permitió, además, aproximarse a las obras de los principales arquitectos modernos. Recorrió Francia, Suiza, Alemania, Holanda, Dinamarca y Suecia, en un viaje con importantes consecuencias para el arquitecto, que vio en la arquitectura nórdica un modelo a seguir5.
Fisac diseña una planta en “V”, con el animalario situado en el vértice, en un bloque con curvatura cóncava hacia el exterior, y adheridos a él dos bloques laterales: el Instituto Cajal, orientado a la calle Velázquez, y el de Microbiología, a la de Joaquín Costa. Entre ambos brazos, un jardín interior. Introduce un elemento novedoso, un tipo de ladrillo hueco diseñado y patentado por él mismo y utilizado en todas las fachadas que presentan las ventanas basculantes de inspiración nórdica.
La enorme simetría de esta construcción la rompe ingeniosamente en la fachada cóncava del vértice, utilizando dos elementos discordantes colocados en diagonal: un púlpito en voladizo que rompe la línea de cornisa en el lado izquierdo, y la fuente escultórica de piedra blanca y bronce a la que hicimos referencia al comienzo, que se sitúa adosada en el lado derecho. El balcón parece arrojarse hacia adelante mientras que la figura escultórica empuja el zócalo del edificio hacia dentro. Además, coloca los huecos de esa fachada en damero6.
De este balcón, conocido entre los investigadores que trabajaron en el edificio como “balcón del becario”, dice Fisac: “tiene, a más de esta función estabilizadora de la euritmia general del conjunto, una función: es el único punto en la azotea de la torre desde el que se puede contemplar el maravilloso paisaje madrileño del Guadarrama […]”7.
Y la figura escultórica que se contrapone al balcón, se la encarga Fisac a Carlos Ferreira. Este escultor realiza una fuente ornamental a la que bautizan “Fuente de la Vida”, en la que el agua que salía de la pared simbolizaba la vida humana que se escapa. El hombre, científico, se esfuerza en contener esa fuga, aunque sus intentos resultan infructuosos, puesto que el agua termina resbalando entre sus dedos. Una alegoría que simboliza la lucha del hombre contra las enfermedades, y que representa de manera muy adecuada, como decíamos al comienzo, los objetivos científicos del centro que la ha escogido como logotipo.
No era el conjunto escultórico de Ferreira la única fuente de estas instalaciones. Fisac introduce otro elemento artístico, una fuente de piedras para el patio interior, en memoria de los animales de experimentación8. El conjunto mostraba unos pequeños ratones de fundición de aluminio, obra de Susana Polac. Esta fuente desapareció cuando se efectuaron las reformas para el traslado del depósito de libros al sótano y con esa obra se perdieron los ratoncillos que la adornaban.
Estas dos fuentes transmiten poderosos mensajes alegóricos relacionados con las dificultades asociadas a la investigación en biomedicina, sus nobles objetivos y su difícil consecución. Y constituyen un potente ejemplo de la fusión entre arquitectura y escultura: no es fácil disociar una de la otra en este caso, ambas se integran y se dan soporte, se complementan en sus significados. Al igual que la imagen del CIB irá siempre asociada a la silueta de ese hombre que con su mano trata de detener el avance de las enfermedades.
*Agradezco al Dr. F. Javier Medina el compartir la información que le transmitió el propio Miguel Fisac en relación al significado del conjunto escultórico realizado por Carlos Ferreira. A Javier Navarro, secretario de la Fundación Fisac, que me proporcionó los datos que me permitieron localizar las imágenes de la desaparecida Fuente de los ratones.
Carmen Fernández Alonso
Doctora en Ciencias Químicas del CIB Margarita Salas
Referencias:
1. En 2003 se produjo el traslado del CIB a las instalaciones que ocupa actualmente en el campus de la Universidad Complutense de Madrid. Una reproducción de la fuente ornamental se colocó en los jardines del nuevo edificio. En Velázquez 144 se ubica ahora la Secretaría General de Pesca.
2. Las primeras décadas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas: Una introducción a la política científica del régimen franquista. María Jesús Santesmases y Emilio Muñoz. Boletín de la Institución Libre de Enseñanza (1993), 16, 73-94.
3. “El Instituto Cajal en el Centro de Investigaciones Biológicas”, José Borrell. Capítulo 8 en “Los cincuenta años del Centro de Investigaciones Biológicas, su impacto en el desarrollo de las Ciencias Biológicas en España”. Fundación Ramón Areces, Madrid, 2010.
4. Viejos recuerdos en torno a la construcción del Instituto Cajal de Microbiología en 1950. Miguel Fisac (1998) Arbor 631–632, 333–341.
5. El ladrillo como lenguaje de la modernidad en la obra de Miguel Fisac (2017) Ramón V. Díaz del Campo.
6. Fundación Miguel Fisac.
7. Centro de Investigaciones Biológicas, de los patronatos Cajal y Ferrán del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Miguel Fisac. Revista Nacional de Arquitectura, 1956, 175, 5-12.
8. En tiempos más recientes se han hecho otras instalaciones en homenaje a los animales de experimentación. En 2013, por ejemplo, se levantó en el Instituto de Citología y Genética de la Academia Rusa de Ciencias en Akademgorodok (Novosibirsk, Rusia) la escultura de un ratón de seis metros tejiendo una cadena de ADN, obra de Andrew Kharevich.